Historia documentada de la construcción de la Casa Winter
Pocas veces una casa —la conocida como CASA WINTER— y su promotor —Gustav Winter—, han sido origen de tantas y tan erradas historias; historias que durante los últimos cuarenta años se han publicado en numerosos artículos y reportajes, y que con la eclosión de las redes sociales se han difundido exponencialmente.
La temática: se considera que la casa fue una supuesta base de submarinos alemanes durante la II Guerra Mundial o una mansión donde se celebraban fiestas con importantes oficiales nazis o, posteriormente, lugar de refugio de estos.
Su origen: la casa de Cofete, conocida como “La Casa de los Winter” o como “Villa Winter” —aunque para los habitantes de Jandía, y para la familia, siempre ha sido conocida como “El Chalet de Cofete”—.
La historia de la construcción de la casa basada en documentos.
Nos parece que es hora de exponer una serie de documentos —cartas, presupuestos, contratos, informes periódicos sobre los trabajos, planos, fotos— que “hablan” por sí solos del nacimiento de esa casa, de su construcción y de los avatares de la misma, de la procedencia de los materiales empleados y de cómo se transportaron hasta Cofete. También se muestran estadillos semanales fechados, que incluyen la relación de las personas que participaron en la obra y los jornales que recibían.
El examen de toda esta documentación permite seguir con detalle todo el proceso de construcción y nos revela que:
- Los primeros pasos se dieron a finales de 1941: una vez decidida su ubicación, se iniciaron los trabajos previos a la cimentación, tales como el desbroce y la excavación, habida cuenta del perfil del terreno donde está situada la casa, una ladera que desciende desde la montaña hasta la playa. A continuación comenzaron los trabajos de cimentación, que se interrumpieron pocos meses después, a comienzos de 1942.
- En octubre de 1946, con la llegada a Cofete del Maestro D. Juan Concepción Villalba, procedente de Lanzarote, se reanudaron los trabajos de cimentación. Una vez concluida esta, durante el año 1947 se levantó la estructura del cuerpo principal de la vivienda (planta sótano, muros de carga, arcadas, etc.) y se procedió a realizar la tabiquería interior, creándose con ello los dormitorios, salón, comedor, biblioteca, etc. y en los últimos meses de ese año se construyó la torre. La documentación que aportamos (complementada por un detallado registro fotográfico de cada paso de la construcción) nos muestra el avance semanal de la misma durante ese año 1947 de intenso trabajo.
- A partir de 1948 los trabajos se ralentizaron, centrándose en los revestimientos y acabados, tanto interiores como exteriores y en la realización de las instalaciones y carpintería. En 1951 se levantó la cubierta inclinada, con acabado de teja (1952). Los trabajos se prolongaron hasta 1954. No puede establecerse una fecha de finalización, pues en realidad nunca se llegó a concluir lo proyectado. La familia nunca habitó en esa casa, sino que estableció su residencia en Morro Jable.
En esta página no se va a presentar una biografía de Gustav Winter. Pero, como promotor de la casa, es necesario hacer una breve reseña para situarlo allí y conocer sintéticamente cómo llegó a interesarse por el lugar, el proyecto que pensaba desarrollar y cómo obtuvo la propiedad —sección Antecedentes de esta página web—.
Una de las grandes dificultades en la construcción del chalet radicó en la inexistencia, hasta finales de 1951, de una carretera que permitiera el transporte de los materiales necesarios. En la sección Accesos a Cofete se muestra las diversas formas de hacerlo desde la antigüedad al día de hoy.
La sección principal de esta página recoge la historia documentada del proceso de Construcción.
En la sección La vida de la Casa exponemos los hechos más relevantes en relación a esta: quiénes la han habitado y sus sucesivos propietarios.
Finalmente, en la sección Submarinos y otros mitos, se aportan una serie de documentos en relación a estos.
Ya han pasado casi 20 años desde mi primera y, hasta este año, única ocasión en que he publicado algo en prensa (“La leyenda de Cofete”, La Provincia, 17 de enero de 2002. GW Althaus). Entonces manifesté el sentimiento de impotencia y pesimismo para desmentir una leyenda tan extendida, con historias carentes de fundamentación documental de cualquier tipo que den veracidad a dichas afirmaciones. Sigo pensando lo mismo.
¿Cómo se han escrito estas historias? Todo parte de un caserón solitario en medio de un paraje sobrecogedor, de una belleza particular. Su propietario: una persona de origen alemán. A partir de estos mimbres comienzan las especulaciones y rumores, se inventan historias, otro escribe una novela y muchos repiten lo oído y añaden nuevos relatos, sin fundamento documental alguno. Las apariencias juegan a favor y la historia gana adeptos. Escuchar una historia varias veces nos hace a todos más propensos a creerla, aunque sea falsa. Somos proclives a creer aquello que confirma nuestros prejuicios. ¿Eso es todo? ¿Con eso basta? ¿Alguna evidencia?
Los seres humanos tendemos a la fabricación de leyendas y mitos y somos poco amigos de verificarlos. En vez de eso, repetimos: “se dice que …”; o “a decir de muchos …” ¿Es eso suficiente? Y los autores de reportajes sensacionalistas, en general, no se molestan en investigar: lo que les importa es vender y cuanto más espectacular es el texto y los titulares, mayor audiencia.
Cuando una leyenda está tan extendida probablemente resulta inútil esgrimir argumentos en su contra. La mayoría de las personas no está dispuesta a prescindir de una historia si esta es atractiva o satisface el morbo. Están blindadas contra la realidad. No creemos que con este paso que damos ahora vayan a desaparecer. Nuestro propósito al exponer estos documentos es facilitar que, todos aquellos que han oído o leído las diferentes historias sobre la casa y la familia, puedan tener también otra perspectiva: la historia de la construcción de la casa basada en documentos.
Rafael, Gabriel, Juan Carlos y GW Althaus
Redacción y edición: GW Althaus
Noviembre 2021
Sobre el material que exponemos
El hecho de que durante los dos primeros años de construcción de la casa, entre octubre de 1946 y agosto de 1948, Gustav Winter residiera en Madrid nos permite disponer de un informe detallado, poco habitual, de un proceso de construcción, especialmente lo relativo al año 1947, durante el que se aceleraron los trabajos y en el que prácticamente con periodicidad semanal recibía informes del estado de la construcción, acompañados de fotografías de la misma, a los que respondía enviando nuevas indicaciones acompañadas de los planos correspondientes, dirigiendo la edificación.
Una de las fuentes principales que permite seguir al detalle la construcción del chalet de Cofete es la correspondencia mantenida entre marzo de 1946 y agosto de 1948 (fecha en la que Gustav Winter se traslada a Jandía definitivamente) entre:
- D. Arturo Kamphoff, apoderado y representante de Dehesa de Jandía S. A. en Las Palmas de Gran Canaria.
- D. Guillermo Schrauth, representante en Jandía y
- Gustav Winter, arrendatario de la finca, que durante ese periodo residía en Madrid.
Las cartas remitidas por D. Arturo Kamphoff (abreviado AK) o por D. Guillermo Schrauth (abreviado GS) a Madrid iban nominalmente dirigidas a D. Manuel Girona, propietario de la Dehesa de Jandía S. A., amigo y socio de Gustav Winter (abreviado GW), pero en realidad era este quien las recibía y contestaba.
Cada uno de ellos enviaba cartas numeradas y firmadas y guardaba para su archivo una copia, generalmente sin firmar. Algunas de estas cartas estaban depositadas en los archivos existentes en Jandía; otras proceden de carpetas de Gustav Winter cuando residía en Madrid. Dependiendo del archivo del que procedan las cartas que exponemos, bien del ubicado en Jandía, o bien del archivo personal de Gustav Winter, existen originales firmados que se habían recibido o copias sin firmar de las cartas que se enviaban.
Además, se muestra correspondencia con otros interlocutores: aparejador, proveedores, así como otros documentos: contratos, facturas, planos, fotos, etc.
Como las cartas, presupuestos, informes de la evolución de la construcción, estadillos en los que aparece el personal contratado, etc., están escritos en papel cebolla, muy delgado, al escanear documentos de dos o más páginas grapadas, puede traslucirse levemente el texto de la hoja siguiente.
Todo el material se presenta sin modificación alguna en su estado de conservación actual. Con respecto a las fotos, algunas corresponden a la digitalización de negativos originales que se han conservado; en cambio, otras son copias digitales de fotos de las que no disponemos de negativos.
Agradecimientos
Tratando de seguir un orden cronológico, corresponde en primer lugar reconocer el enorme trabajo y buen hacer de los tres protagonistas principales de esta página web: D. Guillermo Schrauth, D. Arturo Kamphoff y D. Juan Concepción Villalba. La lectura de la correspondencia mantenida entre los dos primeros, y la de estos con nuestro padre, permite apreciarlo ampliamente. También nos revela el talento del Maestro Villalba, artífice principal de la construcción del chalet, y cuyo extraordinario trabajo y pericia le permitió sortear con habilidad las dificultades que se presentaban por la escasez de materiales y la distancia.
Una sección de esta página está destinada a recordar la labor que desempeñaron en aquellos primeros años D. Salvador Falero y los primeros “alemanes”: D. Alberto y D. Juan Langenbacher, D. Ricardo Häbich, D. Ramón Zadow, D. Theodor Günther y D. Rudolf Kalab. Algunos de ellos cuentan en la actualidad con descendientes y pueden recibir este merecido recuerdo.
Y en este homenaje a nuestros queridos padres es justo mostrar nuestro agradecimiento a muchas personas que fueron muy importantes para la familia, especialmente en aquellos primeros años tras la llegada de nuestros padres a Jandía, a finales de los 40, y en los difíciles años 50 e inicios de los 60. La mayoría hace tiempo que nos dejaron y ya no podrán recibirlo, pero merecen ser recordados. Algunos prestaron un servicio y a cambio recibieron una remuneración, pero su acogida, apoyo y entrega fueron mucho más allá, y gracias a ellos nuestros padres no tiraron la toalla y continuaron en Jandía. Podrían haber regresado a la Península y nuestro padre, como hizo durante muchos años en décadas anteriores, podría haber desempeñado allí trabajos como ingeniero, en la España de la postguerra en desarrollo, o bien en Suiza o Alemania. Sus hijos no habríamos disfrutado nuestra infancia y juventud en estas maravillosas islas. Gracias a todos ellos. Aunque desgraciadamente muchos han desaparecido injustamente de nuestra memoria, algunos sí permanecen en nuestro recuerdo y queremos recordarlos:
En los comienzos fueron muy importantes Juana Díaz y Pancho López, quién junto con Juan Viera Cubas fue testigo de su matrimonio en Gran Canaria en 1951; a Juana Hierro y Patricio Francés; Gregorio Soto. También muchos medianeros, algunos más cercamos como Tomás Pérez o Silvestre Francés y sus extensas familias.
Nuestros padres fueron muy afortunados de contar con las visitas de D. Eulogio Espinel, que increíblemente “descubría” el agua subterránea allí dónde la hubiera. Y damos las gracias a todos los que luego trabajaron abriendo los pozos –entre ellos sus hijos Miguel y Roque-, construyendo acequias, estanques y depósitos. Sin el agua, Jandía hubiera sido otra.
También queremos dar las gracias a todas aquellas mujeres y hombres que trabajaron arreglando caminos y carreteras, tan necesarios para el desarrollo de Jandía y por los cuales venían, cada vez que se les iba a buscar, muchas veces de madrugada, los doctores D. José Peña y D. Juan Guerrero, desde Puerto Rosario el primero y, años después, desde Gran Tarajal el segundo, a auxiliar a enfermos o accidentados de Jandía y que merecen un agradecido reconocimiento, al igual que todas aquellas maestras y maestros que desempeñaron una inmensa labor en los 50 y 60: Dª Angelina Amado, Dª Juana Martel, Dª Flora Felipe, Dª Delia Bolaños y su marido D. Juan Vega, Dª Ana María y D. Luis Delgado, entre otros. Varios de ellos fueron nuestros primeros maestros.
Seguro que permanecen en el recuerdo de muchas mujeres y hombres de Morro Jable las cocineras del Comedor Infantil, que prepararon con cariño la comida a varias generaciones. Entre otras Lalita López, Catalina Rodríguez, Soledad Francés y Antoñita Ramos. También aquí, como en párrafos anteriores, se han perdido por el camino nombres de personas merecedoras de un justo reconocimiento.
Recordamos afectuosamente y queremos agradecer el cariño que nos dispensaron muchas mujeres que nos cuidaron: Mª Antonia, Petra, María Rodríguez, Elena, Mercedes, Juana y Soledad Francés, Consuelo Alonso, Maruca y Catalina Pérez. Y como no, gracias a Guadalupe Viera y a su hijo Juan Rodríguez. Afortunadamente la mayoría de ellas aún vive y pueden recibir nuestro franco agradecimiento.
Recordamos con especial cariño a mis queridos “padres adoptivos”, María Montañez y Agustín Marrero, que durante 24 años vivieron en la casa familiar de Morro Jable.
También hemos sido extremadamente afortunados de gozar de la proximidad de Lorenzo Cabrera, que continúa prestándonos su buena memoria y compartiendo valiosos recuerdos.
Nuestro reconocimiento a la generosa labor de D. Alfredo Méndez, infatigable con su moto de un lado a otro, que además tuvimos la fortuna de tenerle de vecino y disfrutar de la amistad de sus hijos, compañeros de juegos, de excursiones, de pescas y de pulpeo.
Merecen ser recordados todos aquellos sacerdotes que ejercieron en Jandía en los 50 y 60, con un recuerdo especial para D. Leonilo Molina, D. Diego Ortiz y D. Ignacio Pérez.
También queremos mostrar nuestro agradecimiento a una serie de personas residentes en Gran Canaria, que fueron muy importantes para la familia, y que tampoco pueden recibirlo: los hermanos Andrés y Manuel Sánchez Pérez, eficientes y generosos; Vicente Martínez y David J. Nieves, autor de magníficas fotos y películas de Jandía que se emplearon para la promoción del turismo. Recordamos con afecto a los amigos de nuestros padres en esta isla, muchos de ellos nuestros padrinos: los matrimonios Suárez-Cordón, Naranjo-Cordón, Pescador – Hidalgo y especialmente a Pino Hidalgo y Juan Nogales. Y a D. Francisco Rodríguez Cantón, su principal asesor legal.
Y hemos sido extraordinariamente afortunados de contar, y seguir disfrutando del afecto y la amistad de Toñi de Frutos y Guillermo Ferrer, nuestro querido profesor, que soportó a cinco adolescentes y ejerció un verdadero magisterio de vida.
A nuestro sobrino Carlos: sin su valiosa intervención, este trabajo no hubiera sido posible.
A nuestros queridos padres.
Rafael, Gabriel, Juan Carlos y Gustavo Winter Althaus
Tengo una deuda especial con D. Andrés Santana (“Siete esquinas”) que me regaló sus experiencias y vivencias correspondientes a la primera mitad del siglo XX en Jandía; con D. Juan Viera (“El truco”) que me habló de la vida en Cofete, y con Pepe Concepción, que me contó sobre su llegada a Cofete en 1950 para trabajar con su padre en la construcción del chalet y de la carretera y que compartió conmigo muchos otros recuerdos. Gracias a todos ellos, aunque ya no estén para aceptarlas.
Y quiero mostrar mi afectuoso agradecimiento a quienes aún pueden recibirlo: María Rodriguez Roger, Faustina Acosta, Flora Hierro, Renata Langenbacher, Bárbara Díaz y Claudio Reyero, y Juana Francés y Roque Espinel: todos me recibieron cálidamente y me brindaron sus recuerdos sobre la vida en Jandía y en Cofete. También doy las gracias a Marcial Arocha, que me ha regalado su vasto conocimiento sobre la historia de Jandía.
A José Luis Abaroa y Alexander Peer, por su serio trabajo de investigación, a quienes debemos tener un mayor conocimiento de la biografía de nuestro padre.
Finalmente, quisiera mostrar mi más sincero agradecimiento a las personas que han contribuido en la elaboración de esta página web: al equipo de NemeSys 2.0 y tinkers, que han realizado un magnífico desarrollo digital e integración del contenido; a Dácil y Fermín, respectivos traductores al inglés y al alemán, que soportaron estoicamente los cambios que he ido introduciendo en lo que parecían ya textos definitivos, y a Carmen, Juan y Jesús, que han corregido los textos y aportado valiosas sugerencias.
Y a Esther, por tantas cosas.
Gustavo Winter Althaus
Febrero, 2022